Exprimir el Tiempo
Publicado por
Evil Bunny
|
domingo, 8 de mayo de 2011
EXPRIMIR EL TIEMPOpor Isa Maga
El autobús llega a la estación de una ciudad cualquiera. Él se baja, quejándose un poco de aquellos asientos tan estrechos y de la mujer mayor que ha estado todo el trayecto aburriéndole con conversaciones banales. Al verse, llega el abrazo tan deseado durante tanto tiempo. Una sensación especial, y unas primeras palabras de cortesía acerca del viaje, seguidas de un breve pero intenso beso en los labios.
Quizás sólo hace unas semanas de la última vez que él viera a esa mujer que ahora la esperaba impacientemente en la estación, pero se le han antojado meses. Y cuando la tiene frente a sí, tan cerca que ve su propio reflejo en sus iris color caoba, se da cuenta de que nada ha cambiado, que la sigue amando con todas sus fuerzas, que daría lo que fuera por no tener que apartarse de ella nunca más.
Dan un pequeño paseo, abrazados, apenas sin hablar, simplemente sintiendo ese dulce tacto, ese contacto físico y mental que tan bien les hace y que tanta sensación de paz les otorga.
Una cafetería. Dos chocolates calientes que saben a gloria, pues van acompañados de esa sonrisa tonta perenne. De risas, de anécdotas, de gestos que lo dicen todo, de sensaciones íntimas y una complicidad que el resto de personas del local nunca entenderían. Y un beso medio robado cuando ella se mancha algo los labios con el chocolate, que le produce un escalofrío por todo el cuerpo. No es el primero, ni llevan poco tiempo, pero para ella, es como si lo fuera, la sensación es la misma.
De vuelta a casa más besos, poco a poco más apasionados. Él no deja de mirarla, quiere compensar cada minuto que no la tuvo consigo. Acaricia su boca, el tacto de su pelo. Ella entrelaza sus manos, sus ojos brillan de ilusión y deja salir un te quiero mientras su mano acaricia la mejilla de él. Se hace realidad lo que tanto habían anhelado.
Exprimir el tiempo, pasar unos minutos juntos. Ella se queda en casa, mientras ve como él se aleja. A unos metros, se vuelve y puede leer en sus labios un “bonita, te amo”. Sonríe para sí. Sabe que no podría ser más feliz.
Se quedan con el sabor de los besos, con el tacto de su piel y con la sensación de echarse de menos desde el mismo instante en que sus manos se separan...
FIN
0 comentarios:
Publicar un comentario